Los últimos años, Charlie García ha hecho noticia más por sus escándalos que por su música. Y él lo sabe, pues en una entrevista llegó a declarar "soy el mayor profesional del escándalo". La última del espigado cantautor argentino fue destrozar un hotel en la ciudad de Mendoza, luego de pelear con uno de sus colaboradores. El músico salió corriendo desnudo por el pasadizo armado de un extintor con el que rompió vidrios y espejos.
No hace mucho, en abril, lo detuvieron por agarrar a guitarrazos a unos turistas colombianos en un bar. Aunque parece que esa vez lo provocaron, en noviembre último, la que sí recibió gratuitamente sus patanerías fue la cantante islandesa Björk, a quien el músico le aventó un vaso de whisky, por el atrevimiento de voltear a mirarlo, a él, al gran Charly, al genio de Sui Géneris, a la figura de la banda Serú Girán.
Es que este flaco del bigote bicolor se sabe un grande del rock, y sumado a su legión de fans que le perdona todo, su ego es inconmensurable, incluso para un argentino. Poco queda de aquel rebelde que junto a Nito Mestre trazaron un camino en el rock latinoamericano con Sui Géneris en los años setenta. Con Nito mayormente en la guitarra y García en el piano, el dúo se convirtió en grupo de culto para los hippies de aquella época. Temas como “Canción para mi muerte” eran verdaderos himnos a la libertad en las aulas de San Marcos, bajo el régimen militar. Charly fue siempre el típico rebelde y desadaptado social. Alguien a quien las leyes impuestas no le iban, y con toda razón, nació en la época del peronismo y fue rockero bajo la férrea y criminal dictadura militar de Jorge Rafael Videla.
Es que este flaco del bigote bicolor se sabe un grande del rock, y sumado a su legión de fans que le perdona todo, su ego es inconmensurable, incluso para un argentino. Poco queda de aquel rebelde que junto a Nito Mestre trazaron un camino en el rock latinoamericano con Sui Géneris en los años setenta. Con Nito mayormente en la guitarra y García en el piano, el dúo se convirtió en grupo de culto para los hippies de aquella época. Temas como “Canción para mi muerte” eran verdaderos himnos a la libertad en las aulas de San Marcos, bajo el régimen militar. Charly fue siempre el típico rebelde y desadaptado social. Alguien a quien las leyes impuestas no le iban, y con toda razón, nació en la época del peronismo y fue rockero bajo la férrea y criminal dictadura militar de Jorge Rafael Videla.
Tal era su carácter contestario, que cuando cumplía el servicio militar sacó a pasar un cadáver en silla de ruedas para escapar del cuartel. Con los años, Charly ha sido internado varias veces por problemas psiquiátricos, mostrando siempre una conducta autodestructiva, como aquella vez que se tiró a la piscina de un hotel, pero ¡desde el piso 9!
De los últimos años, resalta el comentario que hizo sobre el atentado terrorista a las Torres Gemelas: "¡Qué puntería!".
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Lamentablemente, como muchos genios de su generación, se quedó atrapado en las drogas y el alcohol y definitivamente ya no puede ser un ejemplo para los jóvenes.
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